El zoom disparó el auto sabotaje o desenmascaró la baja autoestima de nuestra humanidad
Como de costumbre en esta pandemia, eran las seis de la tarde y estaba dispuesto a iniciar mi clase virtual. Vestía camisa de botones, una pantaloneta de flores marca speedo – menciono la marca por lo prepotente que somos, ya que en mi clase hoy no se iba a ver la marca, a no ser que quisiera mostrarle y con ello generar todo tipo de comentarios que muy seguramente la mayoría serían de señalamiento o burlas -, y completaba mi nuevo uniforme con las chancletas: esa era mi nueva indumentaria laboral, mi nueva forma de vivir luego de la irrupción del virus.
“Todos hacemos lo que podemos según nuestro nivel de consciencia, madurez y estabilidad”.
La verdad a muchos se les obligó sin consciencia, ni madurez ni mucho menos estabilidad, a conectar su vida y especialmente su quehacer diario con la virtualidad.
Siendo las 6:01pm, con la actitud que me caracteriza, le voy dando la bienvenida a cada estudiante que empieza a asomarse en la Plataforma virtual.
Hola María Gonzalez.
Hola José Luis Peralta.
Hola Olga Movilla.
Hola Juan de Montreal.
Hola kike Char.
Hola Irina Duque.
Y así, después de 10 minutos de saludos y preguntarles cómo están, queda solo una hora y menos de 20 minutos para abordar un contenido académico, que hace parte de nuestro objetivo principal como docente universitario.
Lo más curioso y paradójico de esta nueva forma que el cielo, el universo, los chinos, el murciélago, quien haya sido, es que de 40 estudiantes conectados activamente a la plataforma virtual, a ninguno se le ve el rostro, y por ser como soy, un hombre sociable y con alto interés por las personas, les pregunto…
– Ajá, ¿y sus caras? ¿Voy a estar dando clase a una pantalla, y con un montón de nombres, o incluso, apodos o identidades paralelas…. 2019, la gatita, Dios primero, incluso JB? –
Cabe resaltar que a este grupo de jóvenes ya lo conocía, pero podrán imaginarse la diferencia entre tenerlos de frente en un salón de clases y ahora aquí, a través de la pantalla de un computador y con fondo negro.
En Colombia, las clases se iniciaron antes del aislamiento – aprovechamiento, como me gusta llamarle -, y tomé dicha oportunidad para escribir nuevamente un blog que ayudara a generar consciencia directamente a los padres de familias y maestros sobre esta nueva forma de impartir clases, la cual está desenmascarando a nuestros jóvenes en sus altos niveles de auto sabotaje, baja autoestima y poco auto conocimiento y auto ideal.
“El primer paso hacia el ser amado es aprender a amar lo que ves cuando te miras en el espejo”.
Solo unos pocos a los que les pedí que activaran la cámara lo hicieron, pero al pasar dos minutos volvieron a desactivarla. Incluso la mayoría no les pude ver su rostro.
Al pasar de las clases, mis pensamientos me daban vueltas y vueltas, ya que en cada sesión me sentía como haciendo un en Vivo por Instagram: un sinnúmero de receptores a los cuales no podía ver sus rostros.
¿Será que esta temporada nos está haciendo menos humanos o, por el contrario, esta temporada nos obliga a amarnos más?*
El mismo hombre creó internet, wifi, zoom e Instagram, pero ¿será que toda esa avalancha de aplicaciones ha facilitado realmente la comunicación?
Respuestas de jóvenes, que inconscientemente, te dicen:
Profe, me veo horrible.
Profe, yo no nací para verme en una pantalla.
Profe, no me he bañado hoy.
Profe no me hecho el blower, estoy destruida.
Profe tengo una facha
No joda profe, me veo hinchado, estaba dormido y me acabo de levantar de vaina. Para la clase…
Y un sinnúmero de comentarios que están llevando de forma indirecta al interior de nuestros jóvenes a autosabotearse. Debemos percatarnos que esta nueva forma de enseñar nos obliga a hacer una pausa desde lo esencial y no sobre lo meramente académico.
Tenemos la responsabilidad de fortalecer esas estimas en los jóvenes, mismos que han sido alimentados en los senos de sus hogares con críticas destructivas, maltratos permanentes y abusos de diferentes formas.
Llegó el momento de predicar con el ejemplo para que todos estos jóvenes nos abran sus corazones, y cuando antes de cada transmisión de forma remota les preguntemos cómo se sienten, respondan enérgicamente “¡EXCELENTE!”, y que no sea la respuesta actual cargada de falta de amor propio, evidenciada cuando no desean que los vean en la pantalla del aplicativo Zoom.
Hago un llamado a los padres de familia, las escuelas, universidades, incluía empresas, a apoyar a nuestros jóvenes y adolescentes, para que se sientan cómodos mostrando su rostro, elevando su autoconfianza en esta época, donde el número de intentos de Suicidio y niveles de depresión está en aumento.
Esta pandemia debe empezar a mirarse como un regalo del cielo, y en ese sentido, te comparto el número de un pasaje bíblico, Romanos 8:28, que deseo descubras por ti mismo, afianzando que si confías día a día, tu mañana será mucho mejor que tu ayer.
#hoyeseldia para que Zoom y el resto de las plataformas virtuales deje de ser una tortura para los jóvenes, ya que evidencia actualmente el hecho de no amarse así mismo.
Actuemos hoy para no lamentarnos mañana.
By: Jorge Baena. Coach/Artista
Facilitador de consciencia
Comments
Me encantó. Vivo la misma experiencia a diario. Con mis estudiantes. Y cuando mis hijas entran, a ellas las impulsó también a que se acepten.. es toda una experiencia de vida .
Me. Encantó tu blog, como siempre. Haciendo y diciendo cosas especiales que. Llegan al. Alma… Te. Mando un abrazo de corazón a corazón DTB